Mamá: La influencer original

Mamá: La influencer original

Antes de que existieran los tutoriales en YouTube, los hauls de TikTok o las reseñas de influencers en Instagram, ya había alguien que nos mostraba —día a día— cómo cuidarnos, cómo arreglarnos y cómo querernos: mamá.

Ella fue nuestra primera referencia de estilo, de aromas, de rituales cotidianos frente al espejo. Tal vez no lo sabíamos entonces, pero mientras la mirábamos delinearse los ojos frente al espejo del baño o se aplicaba crema en las manos antes de dormir, estábamos absorbiendo mucho más que una rutina de belleza: estábamos aprendiendo un lenguaje silencioso de amor propio.


La rutina como un acto de cariño

Mamá no necesitaba una cámara para mostrarnos cómo se hacía. Su rutina era breve, pero poderosa: esa crema con aroma a rosas, ese peine de bambú de dientes anchos que cuidaba su melena, ese lápiz labial guardado como un tesoro. Cada gesto, aunque simple, nos enseñaba que el autocuidado no es un lujo, sino una forma de respeto hacia uno mismo.

Quizá nunca dijo: “esto es importante”, pero nos quedó grabado cuando nos peinaba con paciencia antes de ir al colegio o cuando, cansada después de un día largo, aún encontraba un momento para aplicarse su hidratante o contorno de ojos. No era vanidad: era resistencia. Era decir, incluso en silencio: “mereces sentirte bien en tu piel”.

Muchas veces, nuestros primeros "secretos" de belleza nacieron de ahí, de lo que vimos sin preguntar. Algunas recordamos que mamá decía:

“Una cucharada de miel hace milagros en la piel”, “nunca te duermas con maquillaje”, “el sol es delicioso, pero la piel tiene memoria”, “siempre ten una crema en el bolso. Siempre.”

Y aunque luego la industria nos ofreciera mil versiones de estos consejos, ya lo sabíamos desde antes. Porque ella nos lo dijo. Porque lo vimos en su forma de hacer las cosas.

 

Más que belleza: el legado emocional

La belleza que heredamos de mamá no es solo física. Muchas veces está en la actitud: en cómo se arreglaba para ir a trabajar, incluso cuando no tenía ganas. En cómo se ponía su perfume favorito, no por los demás, sino por ella. En cómo se reía frente al espejo al probarse un nuevo labial, como si aún fuera una adolescente curiosa.

Esa es la belleza que más perdura: la que no depende de tendencias ni de algoritmos, sino de autenticidad.

Hoy, cuando nos detenemos un momento para hacer una mascarilla, elegir un color de uñas, o aplicar una esencia en el rostro con mimo, también estamos replicando ese amor aprendido. Quizás, sin darnos cuenta, también influenciamos a quienes nos rodean. Y así, el legado continúa.


Mamá fue nuestra primera influencer…

Y tal vez nunca usó un hashtag. Pero sabía cómo transformar una rutina en un ritual, una fragancia en un recuerdo, un gesto en una lección. Por eso, en este Día de las Madres, queremos celebrarla no solo con flores o palabras, sino reconociendo ese legado invisible que vive en nosotras cada vez que nos miramos al espejo.

Porque mamá fue, es y será la influencer original.

La que no necesitaba filtros, solo autenticidad.

La que nos enseñó a vernos con amor, incluso en los días grises.

La que nos regaló más que rutinas: nos regaló un espejo en el que aprender a vernos con cariño.

 

Celebra su belleza, honra tu legado

Este Día de las Madres, regalémosle un momento de pausa, un ritual de cuidado, un espejo donde también ella pueda reencontrarse con su propia luz. Porque si algo nos enseñó mamá, es que cuando una mujer se cuida, el mundo se detiene por un segundo a admirarla.

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